Estimada Antonieta,
A cuatro años después del estreno de la obra que lleva tu nombre y donde el teatro aún guarda tu palabra.
No estoy aquí para hablar de ti ni para dar cátedra sobre tu vida. Sería un acto irrespetuoso y deshonesto de mi parte. Hay mujeres mexicanas que han dedicado años a estudiarte, descubriendo cada día algo nuevo sobre ti y haciéndolo de manera extraordinaria. Una de ellas es Tayde Acosta, a quien admiro profundamente. Estoy aquí para rendirte homenaje y compartir contigo, dondequiera que estés, lo que ha significado tu historia en mi vida y en la de quienes nos han acompañado en este camino
A cuatro años del estreno de la obra que lleva tu nombre, producida por Borba Teatro y un servidor, me permito recordar algunos detalles de cómo llegamos hasta aquí. Fue en 2020 cuando inició el proceso de traerte al siglo XXI, y en un encuentro organizado por Ana Várguez a través del Encuentro de la Mujer en la Escena Teatral Latinoamericana, expresé lo siguiente:
Antonieta hubo un antes y un después de saber de ti. Recuerdo haber llegado a la Ciudad de México días después del 12 de agosto de 2019. Me encontraba en una banca del Paseo de la Reforma, cerca del símbolo de la libertad y la justicia, con un café, una dona y mi libreta, donde suelo escribir curiosidades de mis viajes. Fue ahí donde escuché tu nombre por primera vez.
“¡Qué acto de barbarie, por eso estamos como estamos!”, exclamó alguien. “¿Qué pensaría Antonieta de todo esto?”, respondió otra persona. “¿Y qué pensaría su padre?”, replicó un hombre con indignación.
A partir de aquel momento, reconstruimos tu vida, Antonieta, y junto con la tuya, se reconstruyó la de muchas mujeres aquí en la ciudad de Mérida, Yucatán. Con el devenir de los días y los tiempos, seguimos reafirmando que la equidad de género no es un tema exclusivo de los colectivos feministas. Nosotros, los hombres, tenemos la responsabilidad de desaprender las prácticas y conceptos de masculinidad que nos inculcaron desde la infancia. Es urgente y necesario.
Lo dije en aquella ocasión y lo repito hoy: puedo decir con orgullo que tuve y tengo mucha madre (no es albur), y eso me ha permitido entenderte un poco mejor que muchos hombres.
La obra, inicialmente titulada “¿Antonieta… o el suicidio?”, enfrentó obstáculos desde el principio. En su primera etapa, mi página de Facebook fue cerrada por promoverte, lo que me hizo reflexionar sobre la censura y la incomodidad que sigue generando tu historia. Con el tiempo, también hubo cambios en el elenco: Marysol Ochoa, quien originalmente te daba vida, se mudó a Oaxaca, y desde hace dos años, Alexandra Benavides ha tomado el relevo con una interpretación profunda y conmovedora desde su propia voz y mirada. Ambas actrices son fantásticas, y más cuando hablamos de autoficcionar la vida.
Hoy, en el 125 aniversario de tu natalicio, vuelvo a escribirte. Cuatro años después de aquella carta inicial, el título de la obra ha evolucionado junto con su contenido. Ahora simplemente se llama “Antonieta Rivas Mercado”. Su esencia sigue intacta, pero con cada función cobra nueva vida, creciendo con el tiempo y con la memoria de quienes la ven. Estamos llegando a nuestras primeras 100 representaciones, y nos queda un año maravilloso para celebrarte y celebrarnos.
Muy pronto te compartiré una noticia especial que marcará un nuevo camino para esta obra y quienes la conforman. Espero que contribuya a la construcción de una cultura de paz y justicia, tan necesaria para las mujeres de nuestro país.
Con afecto,
Nelson Cepeda Borba
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